Las transformaciones globales
del orden internacional y el avance del re-ordenamiento de las economías
mundiales en torno al valor de la tecnología
han puesto en el ojo de la mira a
los sistemas educativos. En ellos recae la responsabilidad de generar y
difundir el conocimiento en la sociedad y por lo tanto, se instituyen en la
instancia decisiva que está a la base de la carrera tecnológica (es decir, de
las posibilidades económicas futuras de la sociedad).
Esta realidad, que marca la
demanda que hoy se hace a la educación, contrasta con otra realidad bastante
conocida; hoy, por tal y como están, los sistemas educativos no pueden salir
airosos frente a este desafío.
Bastantes diagnósticos han
demostrado empíricamente los problemas de burocratización de la administración,
de rutinización de las prácticas escolares, de obsolescencias de los contenidos
curriculares, de ineficiencia de los resultados finales.
La expansión sufrida por los sistemas educativos a partir de
la segunda guerra mundial, sobreimpuesta a un modelo de gestión pensado para
otras ocasiones la diversificación de clientelas orientadas en la incorporación
de seres sociales con bases culturales diferentes, y las restricciones
materiales acompañaron los procesos de endeudamiento y ajuste han hecho no
personales tanto los objetivos como los modelos de gestión y administración
originales. Es decir que el crecimiento y la expansión educativa no presentan a
la visión política sólo un problema de escuela (pongamos más profesores o
maestros, más escuelas, más aulas), sino que plantea desafíos cualitativos que
hacen volver a pensar hacia dónde ir y cómo debe organizarse y conducirse una
escuela, un grupo de escuelas, un sistema educativo.
Muchas gracias.Muy útil.
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